... que en España los turistas extranjeros se encuentren con dependientes y personas que intentan hablar sus idiomas y hacerse entender y que, cuando nosotros vamos al extranjero, si no hablas su idioma, no hacen ningún esfuerzo similar al que hace la gente en España. Lo odio.
También yo detesto ese comportamiento, lo viví en París más que en ningún otro sitio. En Bruselas en cambio había otro tipo de carisma, y la gente parecía estar españolizada.
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