Microrrelatos (II)

Éste es otro microrrelato de la misma época que el anterior pero, esta vez, creo que no sé si se llega a entender muy bien la intención que tenía al escribirlo... Ya me dirán.

BIZARRE EXCUSES

Sólo era un árbol que le hablaba, nada más. Algo que contar al día siguiente o algo imposible de recordar, sin término medio. “¿Dónde estoy?”, le preguntó. Pero no le respondía. “Te he oído hablar, responde”, le suplicó. “No quiero pensar que me estoy volviendo loco”. Pero no le respondía. Cayó al suelo rendido, mirando al suelo, sumiso, mareando las hojas del suelo con sus manos. De pronto, su mano se cerró y exprimió las hojas caídas, mientras lanzaba el puño contra el árbol. “¡Háblame, te he oído!”. Pero no le respondía. Se apretó la mano entre los muslos para amortiguar el dolor, mientras cerraba los ojos y se retorcía. La mano sangraba y le dolía en una sinfonía lacónica de ensayo y error que nunca se escucha lo suficiente. Entonces, abrió los ojos y le miró de nuevo, enfadado. “Si no quieres decir nada, tendré que obligarte”, dijo amenazante. “Vamos, di algo”. Pero no le respondía. Escudriñó entre sus bolsillos en busca de algo afilado y encontró una navaja suiza, de esas que dudas que tengan algo que corte de verdad. Pero era suficiente. La sacó lentamente y se la enseñó. “Me estás obligando a esto”. Palpó con los dedos buscando la herramienta apropiada para la ocasión y no tardó en aparecer. Cortaba y, con eso, bastaba. “No hay porqué seguir adelante, sólo háblame”. Pero no le respondía. Se lanzó contra el árbol, hundiendo la navaja en su corteza. “¿Te gusta? Seguro que no, háblame y pararé”. Pero no le respondía. “¡Háblame!”. Entonces, siguió apuñalando la piel del tronco, sintiendo como la savia salía lentamente, humedeciendo la hoja. “Te pondré mi nombre, para que no te olvides de mí, ya que no quieres decir nada”. Primero una “D” y después el resto, lentamente, sin mucha precisión, pero con un resultado vistoso. “¿Creías que no me atrevería? Esto te pasa por no contestarme”. Se alejó unos metros, sin dejar de mirarlo directamente y, cuando había dado 10 pasos, guardó la navaja y se dio la vuelta tranquilamente. Y el árbol siguió allí, no le respondía y nunca lo iba a hacer.

P.D.: el título lo he puesto en inglés pero "Excusas bizarras", su título original, también sirve, aunque menos, a su propósito. Recuerden que "bizarro" en castellano significa "valiente", entre otras cosas, y en inglés, "bizarre" significa "extraño" o similares.

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