Puto día

[A veces me sorprendo escribiendo principios de historias que no van a ningún lado pro que suelen tener muchas cosas en común. ¿No os recuerda a éste o al relato corto éste de algún modo? Supongo que me encanta escribir sobre levantarse después de un día de fiesta salvaje... otra cosa es que me guste levantarme al día siguiente de una fiesta salvaje, que va a ser que no, que cada día las resacas son peores.]

Abre los ojos. No puedo. La boca me sabe a ron barato y todo lo que puedo oler es el humo clavando sus garras en cada fibra que encuentra. Estoy desnudo. ¿Estoy en mi habitación? Abre los ojos. Sí, mira el reloj, es tu habitación. Aún es pronto.
Qué hora será. Me duele la cabeza. Tiene que haber una botella de agua por aquí abajo. No. Me levantaré al baño para beber algo y meter la cabeza en la bañera o algo así. No me vendrá mal. Y seguro que tengo algo por ahí para que me deje… Qué coño…

- Buenos días cariño.

¿Quién, cojones, es ésta…? No, no me jodas…

- Bueno, no me mires así, machote, dame un cigarro.

¿Una puta? No, igual no es una puta… Igual sólo es una furcia normal y corriente.

- ¿Y bien? No tengo todo el día.

Dale un cigarro. Gana tiempo. Recuerda los detalles. Repasa los putos detalles. Salir. Bar. Bar. ¿Taxi? No, no, no…

- No tienes muy buena cara, cariño, pero créeme que la excusa no te va a librar de pagarme lo que me debes.

Vale, puta, definitivamente. En fin, pagar y olvidar, no me queda otra.

- No, no lo sé… Oye, cariño, ¿cuál es esta dirección?
- El 123…

¿Con quién está hablando por teléfono? ¿Por qué le tengo que decir la dirección? No me gusta esto. Probablemente sea su chulo o algo así. No quiero ver a gente así llamando a la puerta de mi casa.

- ¿Dirección?
- ¿Para qué quieres saberla?
- Alguien me vendrá a buscar, no quiero ir andando al centro.

Págala un taxi. Haz algo.

- 1236 de Fuckington.

¡Eso no!

- Bien, ahora, nene, suelta la pasta y me iré tranquila.
- ¿Cuánto era?

¿Por qué duda un segundo?

- 200.
- Eso no fue en lo que quedamos ayer…

Cuela, cuela, cuela…

- Pensaba que no te acordarías, cariño. A veces soy mala. Pero me caes bien. 100.

Coló.

- Vale… no, no tengo dinero aquí, tengo que ir a sacar de algún cajero.
- ¿Estás intentando timarme? Porque nadie tima a Monique, nene, ¡nadie!
- No, te lo juro, no tengo pasta aquí… acompáñame al cajero y te lo daré, lo juro…
- Vale. O, mucho mejor, esperamos a que Rex venga a buscarme, sube aquí, te pega una paliza, y después vamos a buscar tu dinero.
- Casi…
- Igual también se lleva algo de por aquí, aunque no veo que tengas nada de valor.
- Yo preferiría evitar la paliza, por favor, acompáñame, está a un par de manzanas, te daré tu dinero y…
- Vete a por él, te espero aquí.
- No voy a dejarte sola en mi casa.
- ¿No te fías de mí? ¡Tú eres el que no quiere pagar!
- No es que no quiera, es que no tengo el dinero aquí, así que, vamos, acompáñame.

No sé si ponerse duro es una buena idea. El tal Rex fijo que tiene una pipa o una navaja oxidada… por dios que no tenga una navaja oxidada…

- Está bien. Voy a entrar a ducharme.

Bien.

- Pero como intentes algo raro, no sabes lo que te espera.
- Nada raro, lo juro.
- … Vale.

Así puede que tenga tiempo para recordar porqué he acabado con una prostituta en casa esta vez.

- Y no jures.
- Vale…

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