Estaba mirando la libreta en la que escribo cosas que se me van ocurriendo y me he dado cuenta de que tengo dos poemas ambos escritos mientras miraba por la ventana de casa. Me ha parecido curioso, así que aquí los dejo. El primero es sobre los estudiantes que llegan a Salamanca en otoño y el segundo (que tiene rima y tal) iba a ser un poema sobre una noche de mal tiempo pero, por alguna razón, apareció un borracho en escena y no termina muy bien. No todos los días te matan en un poema.
I
Las hojas caen.
Las calles bullen
empapadas de sangre nueva.
Sus casas ala espalda
arrastrando lo innecesario
desde el que fue su hogar.
Baten las alas los polluelos
y sus madres los buscan
en el cielo nocturno
pero se alejan para siempre.
Forman parte de inmensos rebaños
y sólo unos pocos se atreven a mirar
sólo unos pocos buscan
lo que será su verdad.
Y yo miro al pasado viejo
agotado de imaginar
desde la ventana de mi casa
añorando mi hogar.
II
Los árboles bailan en la noche
mientras la lluvia coquetea con salir
y casi todo duerme:
mal día para morir.
Saltan los charcos a las aceras
sobre las que camina borracho
sin enterrarse de nada:
solamente era un muchacho.
Y con la corriente cuesta abajo
caminaba una figura oscura
siguiendo al desafortunado
que su último trago apura.
Es tan tarde que ya es pronto
pero el sol no está por la labor
y el borracho se tropieza
buscando su encendedor.
Y mientras está en el suelo lamenta
pero se enciende su perdición
mientras la figura le apunta
con el extremo de su bastón.
"Levántate y anda, pobre insensato
ven conmigo a tu nuevo hogar
apaga pronto el cigarrillo
que no lo vas a necesitar".
Y cuando los primeros rayos se atreven
a asomar por un balcón
nuestro borracho ya ha conocido
a la dama de su perdición.
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